miércoles, 31 de diciembre de 2014

El comienzo de una Navidad distinta.


Había una vez hace muchísimos años, en un pueblo entre las montañas lejanas llamado: Niebla; donde a las mañanas al despertarse no se veía nada por la niebla. El pueblo era tan pequeñito que todos se conocían, en una de las casas (no muy grandes) del pueblo vivía Pedro, un anciano muy mayor. 
Pedro siempre iba por el pueblo muy sonriente y ayudando a la gente, todos los niños se le acercaban y querían tocarle su gran barba blanca.

Un día el pobre hombre falleció y todos se quedaron muy tristes. Uno de los niños más ricos del pueblo que le tenía mucho cariño a Pedro quiso ser como él, bueno ayudando a las personas y así fue, Nico (el niño) fue siguiendo los pasos de Pedro, desde los seis años.


Nico cumplia en navidad y al cumplir los ocho, como tenía tantos regalos pensó que los otros niños también tenían derecho de tener más regalos. A si que esa misma noche cogió muchos de sus regalos y los fue dejando fuera de las casas de su pequeño pueblo.

Al día siguiente todos los niños estaban muy contentos, nadie sabía quién había sido, el que había dejado los regalos.
Nico se dejó a él mismo otro regalo para disimular.

-Niños venir aquí, creo que se quien ha sido.- Dijo Nico a todos los niños.
Todos se reunieron en la plaza y Nico les contó a los niños que había sido un tal Nicolas.
Todos los niños cada año recibian un regalo por navidad.


Cuando Nico cumplió los trece, a la mañana después de dejar los regalos en las casas del pueblo, se reunieron todos en la plaza, porque querían agradecer a Nicolas los regalos que les dejaba, y aunque Nico ya sabia que ese Nicolas era él, también iba a la plaza como todos.

Cuando estaban en la plaza de repente todos notaron que temblaba el suelo y uno de los aldeanos vio a lo lejos unos renos que iban derechos a por los niños, Nico se levantó y se puso delante de todos los niños y los renos frenaron justo delante de él.
Uno de los renos le empezó a hablar y Nico se asustó, pero los renos le dijeron que no se asustara que solo querían hablar con un joven llamado Nico.
Entonces él se presentó, los renos le dijeron que su dueño les había mandado a por él porque tenían mucho en común y le quería conocer.
Nico no parecía muy convencido pero después de un rato cogió confianza con los renos y aceptó la propuesta.


Nico se montó en uno de los renos y de repente todos los renos a la vez empezaron a volar, los del pueblo decían adiós a Nico.
Llegaron a un sitio desconocido donde hacía mucho frío allí les esperaba un señor muy grande que se llamaba Claus era un hombre muy agradable.

Nico y Claus se fueron conociendo y Claus le contó muchas cosas a Nico pero una en especial, le dijo que lo que Nico empezó a hacer para los niños, regalando les regalos en navidad, lo hacía él para todo el mundo y como él se iba a jubilar le dijo a Nico si quería trabajar en la fábrica de Claus.
Nico aceptó y a partir de ese día fue muy feliz, trabajando en la fábrica, haciendo feliz a los niños.

FIN

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