PINUEVE
Érase una vez un señor llamado Geppetto que no tenía nadie a su alrededor.
- Me siento muy solo. - Pensaba en su interior.
Era alfarero así que decidió construir un muñeco de barro, para que le hiciese compañía.
- ¡Qué bien me ha quedado! - Pensó cuando lo terminó.
- ¡Cómo me gustaría que fuese un niño de verdad! Que hablase, que se moviese… - Continuó.
Entonces una hormiga mágica que vivía por allí, se acercó e hizo que el muñeco empezase a hablar.
- ¡Que feliz estoy! -Decía Geppetto una y otra vez.
- Lo llamaré Pinueve. - Decidió muy feliz.
Como hasta ahora Geppetto deseaba tanto tener un hijo, lo cuidó como si fuese un niño de verdad.
Vendió su abrigo para comprarle libros, un estuche… Pinueve tenía una mariposa que era como su conciencia, también tenía una especie de maldición, que cada vez que hacía algo mal, se le derretía un trocito de su cuerpo, y cada vez que corregía o arreglaba esa acción, le volvía a su ser.
Un día cuando volvían del colegio, se fueron a una feria medieval que había cerca. Había un puesto en el que vendían manzanas y como Pinueve atraía a los clientes, el dueño del puesto, decidió contratarle. Pasaron los días y la mariposa le decía continuamente:
- ¡Tenemos que irnos a casa, tenemos que irnos a casa!
Pero el dueño no les dejaba.
Así que Pinueve empezó a llorar y al final el dueño les dejó marchar. Cuando llegaron a casa Pinueve y la mariposa se dieron cuenta de que Geppetto no estaba y por suerte apareció la hormiga que había convertido a Pinueve en muñeco viviente y les dijo que Geppetto había salido a buscarles hace unos días.
Pinueve y la mariposa salieron en a buscarle y por el camino se encontraron con unos niños.
- Hola chicos ¿Quetal? - Dijo Pinueve
- Muy bien, vamos a hacer una hoguera ¿Quieres venir? - Preguntaron los niños.
- Claro que si, ¡ nos lo pasaremos genial! - Dijo Pinueve
- Mmmmmm, Pinueve, no creo que el calor sea lo mejor para ti. -Aconsejó la mariposa.
- No será para tanto. - Le respondió.
Mientras tanto Geppetto, que llevaba varios días buscándoles, por el bosque y por el mar, había sido tragado por una enorme ballena, pero después de haberlo pensado mucho, se le ocurrió:
- ¡Ya sé! Le voy a hacer estornudar.
De esa manera consiguió salir y con mucha suerte, llegó disparado, hasta donde Pinueve y su mariposa estaban.
Así que vivieron felices y comieron perdices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario