jueves, 18 de diciembre de 2014

CAPERUCITA ROJA Y SU HERMANA SECRETA


Érase una vez, una niña que se llamaba Caperucita Roja. Era egoísta y guapa. Su madre se llamaba Sara. Era tímida y buena cocinando. Caperucita era hija única ya que no tenía hermanas (o por lo menos eso pensaba ella) Cuando Caperucita Roja tenía 5 años, su padre falleció. Se llamaba Daniel y se murió con 44 años. Sara prometió que cuando falleciera, le contaría un secreto a Caperucita Roja. Era muy importante, pero, su madre, tenía miedo de que su querida hija se enfadara con ella y no le volviera a hablar nunca. Entonces, cuando su padre falleció Sara decidió no contarle el gran secreto a Caperucita Roja.

Vivían en una ciudad llamada “Carrosada”. Cada animal de la ciudad vivía en su mansión. Eso era muy peligroso ya que los lobos también tenían mansiones y eso los hacía todavía más poderosos. Caperucita era muy valiente y  aunque su madre siempre le advertía de lo peligroso que era andar por la calle sola, a Caperucita le daba igual.

Caperucita creció y creció hasta que cumplió los 11 años. Estaba en sexto curso de primaria. Tenía muchas amigas y amigos. Su mejor amiga se llamaba Raquel y era muy bocazas. Sara también tenía su mejor amiga, que por casualidad era la madre de Raquel, que se llamaba Bárbara. Se contaban los secretos más íntimos y ninguna se lo contaba a nadie (o eso decían ellas)

No sabemos cómo, pero Caperucita Roja, Raquel, Sara y Bárbara, acaban enterándose de todos los cotilleos. Un día Raquel le dijo a Caperucita Roja:
-      Te tengo que contar un secreto pero prométeme que no se lo vas a contar ni a tu madre por favor.
-      Vale, te lo prometo. Cuéntame.
-      Es sobre tu madre: cuando falleció tu padre, tu madre prometió contarte un secreto que guardaban tus padres. El secreto es que ¡TIENES UNA HERMANA!
-      Ja, ja, ja. ¡Que graciosa! No me mientas y dime la verdad.
-      Es verdad. Créete lo que quieras, pero cuando me creas vendrás a mí a  pedirme perdón. Te contaré toda la historia-dijo Raquel enfadada. Y se fue.

Raquel y Caperucita Roja pasaron 2 semanas sin dirigirse la palabra. Caperucita era muy curiosa y le preguntó a su madre, por curiosidad:
-      Mamá, ¿me tienes que contar algo?
-      Eeeeh…- se quedó pensando Sara.
Caperucita empezó a pensar que lo que le decía Raquel era cierto.
-      Sabes perfectamente de lo que te estoy hablando-dijo Caperucita.
-      Caperucita, te lo prometo, ahora mismo nose de lo que me estás hablando. ¿Puedes explicármelo?
-      Raquel me ha contado que cuando papá murió, tú, prometiste contarme el secreto que guardavais los dos.
Sara, con esas palabras, supo perfectamente de que le estaba hablando y también sabía que ese día iba a llegar tarde o temprano. Y Caperucita le dijo:
-      Mamá, me puedes contar ese gran secreto ¿Por favor?
-      Claro que sí. Sabía  que este día iba a llegar tarde o temprano y ese día es hoy. Mira, el secreto es que ¡TIENES UNA HERMANA!
-      Y ¿Por qué no me lo contaste?
-      Porque tenía miedo de que te enfadaras conmigo y no volvieras a hablarme.
-      ¿Cómo me voy a enfadar contigo? ¡Eres mi madre!
-      Pues te lo explico mejor: tu hermana se llama Sofía. Tiene 23 años y vive en la calle de al lado.
Al día siguiente, en el colegio le pidió disculpas a Raquel y le explicó todo lo que pasó entre su madre y ella. Esa misma tarde su madre y ella hicieron unas magdalenas y Caperucita fue a llevárselas a su hermana. Por casualidad su hermana vivía al lado del lobo. Su madre le repitió mil veces:
-      Hija, ¿Sabes dónde vive tu hermana? ¿Dónde? Repítemelo.
Caperucita Roja estaba harta de oírle eso tantas veces y se fue a casa de su hermana.

Llegó por fin al portal de su hermana y recordando bien si era el sitio correcto que su madre había repetido tantas veces, lo tocó. No estaba segura si era izquierda o derecha. Decidió tocar la izquierda. Ese timbre no era el correcto. El lobo vio a Caperucita Roja por la cámara y le dijo con voz de chica:
-      ¡Adelante!
-      Gracias hermanita- respondió Caperucita Roja.
Subió en ascensor ya que era muy vaga. Mientras, el lobo se puso una peluca de color moreno y un vestido rosa, se tumbó en el sofá. Caperucita le dijo:
-      Hermanita, te he traído unas magdalenas. Sé que te encantan.
-      Gracias Caperucita Roja.
-      Hermanita, ¿Te has teñido el pelo? Antes lo tenías rubio.
-      Sí… es que me gusta más así.
-      Hermanita, ¿Has engordado?
-      Bueno… He comido bastantes hamburguesas.
El lobo, pensó que en vez de comerse las magdalenas, se podría comer a Caperucita Roja. Pero entonces, su verdadera hermana apareció con un bote de laca y le echó todo el bote en la cara y el lobo de murió del mal olor.










Y COLORI65EN COLORADO, ESTE CUENTO SE HA ACABADO.
 
 




    

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